Descripción

Este blog forma parte del proyecto narrativo Cuéntalo Todo, bajo la dirección del maestro Sandro Cohen dentro de la materia Redacción Universitaria del Departamento de Humanidades, División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Metropolitana-Azcapotzalco.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Il pianto

8 de octubre de 2012

Tengo la historia perfecta para hacer útil el Blog. Aún no supero lo que sucedió hace un año. Toda la semana tengo que ir al psicólogo. Las terapias duran de dos a tres horas, muy rutinarias para mi gusto. He llegado a pensar, seriamente, en quitarme la vida; desechar todo ese tiempo desperdiciado en el diván, sin embargo... Al final pienso en todo sufrimiento que le provocaré a mi familia si lo hago.

Héctor se mudó a Guadalajara; solo lo veo por las noches gracias al videollamada. Platicamos sobre cómo va en este nuevo escalón a lo profesional. La confianza no se ha perdido pero no puedo contarle que me estoy volviendo loca y, que esas sonrisas, sí, aquellas que tanto le gustaban, ahora son fingidas y aburridas. En la universidad, siempre observo con tristeza a mis compañeras embarazadas. Cada día es una pesadilla; cada noche, un tormento.

¿De qué sirve ser mujer si no puedes completarte como tal? Ahora solo tengo el tres por ciento de probabilidad para quedar embarazada. Héctor siempre dice: “No te preocupes, nena. Aún te amo y tenemos 30 intentos para tener una familia”. ¡Mentira! ¡Soy infértil! Escuchar al médico decirme, una y otra vez, con esa mirada desconfiada: “Denisse, todavía tienes esa oportunidad”. Me causa repugnancia. ¡Basta! ¡Me lastiman!

Todavía conservo la pastilla anticonceptiva que debí usar después del coito. Patéticamente, la caja de condones está escondida junto a mis calcetines. No son mis trofeos, no son mi orgullo, solo son mi maldición.

En México se estima que cada año mueren alrededor de 100 mujeres por abortos mal practicados. A nivel mundial hay 40 millones de abortos legales al año. ¿Por qué lo hacen? ¡Cuídense! Yo no aborté porque quise; aún así sufro las consecuencias. Tengo en cuenta que lo han escuchado mil veces, y lo escucharán mil veces más, pero tengo el deber de mostrarles la realidad del sexo sin protección.
 
Para muchos la edad de 18 significa libertad, discotecas, bebidas alcohólicas y en algunos casos, sexo. ¿Libre? No, aún no. Mi madre me obliga todos los días a llamarle  cuando llego a la universidad. Si me tardo en salir de mis clases, debo enviar un mensaje. Si voy a salir con un amigo, primero tengo que decirle dónde vive, cuántos años tiene, de dónde lo conozco y darle su número telefónico. Es una pesadilla pedir permiso. ¿Discotecas? No lo creo. Tengo miedo a que pongan algo en mi bebida, y por lo mismo no consumo alcohol.  Sin embargo, el concepto sexo me recuerda tres palabras; sangre, amor y Héctor. No por tener 18 años y, ser legal tienes la libertad de hacer lo que quieras. La responsabilidad es un trabajo satisfactorio aún más satisfactorio que el sexo.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Rosso come l'orizzonte

4 de enero de 2011

No sé si hice bien. Decirles a mis padres que llevo dos meses de retraso no fue nada fácil. Me desperté y enseguida pensé: No puedo esperar a que mi vientre comience a crecer. Se lo diré durante el desayuno.
─¿Qué quieren desayunar? ─preguntó mi madre.

─No sé  ─contestó Fernanda, mi hermana.
─No tengo ganas de desayunar… ─contesté─. Necesito…
─Yo no tengo ganas de desayunar en casa ─interrumpió mi padre.
─¿Adónde quieres ir? ─preguntó mi madre.
─Vamos a Mundo E. Quiero ir al Vips ─contestó Fernanda.
─Pero necesito decirles algo muy importante ¿no podemos desayunar aquí?─pregunté.
─¡No! ¡Ya lo dirás cuando estemos en el restaurante! ¡Me expliqué!
─Sí ─contesté.

Estábamos en el Vips y yo no había probado ni un solo bocado. Decidí tomar valor y confesar:

─¡Estoy embarazada! —dije alegremente.
─¿Qué? ¿Acaso estás loca? ─dijo mi padre.
─Lamento haber traicionado tu confianza.
─¿Qué piensas hacer, hija? ─preguntó mi madre.
─Quiero tenerlo ─contesté tímidamente.
─¿Con quién lo hiciste? ─preguntó mi padre.
─Con Héctor.
─Solo te voy a decir una cosa: ¡Olvídate de la moto y de estudiar una licenciatura en el Tecnológico de Monterrey! Será mejor que empieces a prepararte para el examen de admisión de la preparatoria.

Llamé a Héctor cuando regresamos a casa. Quería contarle todo lo sucedido en el desayuno.

─No te preocupes, nena.
─¿Cómo lo tomaron tus padres? ─pregunté.
─Bien. Solo me dijeron que tengo que ser responsable de mis acciones.
─¿Crees que sea buena idea tener al bebé?
─Sí. Y no pienses que vamos a arruinar nuestras vidas.

No sé. Tal vez Héctor tiene razón: un bebé es algo más que el producto de la fecundación.

28 de febrero de 2011

Me encuentro recostada en una camilla del hospital Los Ángeles. Mi habitación es la 304. Se me dificulta escribir lo que pasó. Desde hace un mes estoy viviendo con mi prometido. Él le pidió permiso a mis padres para llevarme a su casa. Mi madre me dijo que estaba bien; mi padre, que no le importaba; Fernanda, que estudiara. La verdad, no hay mucha diferencia entre la casa de mis padres y la de mis suegros.

Alicia es mi suegra. Ella me quiere mucho y siempre trata de cuidarme mientras Héctor asiste al Tecnológico. Me desperté a las ocho de la mañana y, como todos los días, Alicia ya me había preparado el baño. Me encontraba en la regadera cuando un fuerte cólico provocó que me agarrara el vientre. Miraba con terror como escurría sangre de mi entrepierna.

─¡Alicia! ─grité desesperada.
─¿Qué pasa, Denisse? ─me preguntó al otro lado de la puerta.
─¡Estoy sangrando! ¿Qué hago?
─¿Qué está pasando? ─dijo mientras entraba y veía la sangre ─. ¡Rápido! ¡Ponte tu bata y vámonos!

Alicia le habló a mi suegro, Francisco. Ella le comentó lo que me estaba pasando. Cuando terminó de hablar con él, ella dijo:

─¡Vámonos! ¡Mi esposo dijo que nos alcanza en el hospital!
─Tengo que hablarle a mi mamá ─contesté.
─¡No hay tiempo! ¡Cuando estemos allá, le avisamos!

No recuerdo muy bien lo que pasó después. Solo tengo imágenes borrosas de mi suegra gritándome, luces segándome y varios doctores a mi lado. Desperté y lo primero que vi fue a Héctor. Con lágrimas en los ojos, me explicó que había tenido un aborto espontáneo y la causa fue una anomalía cromosómica en el feto. Al parecer tenía ovarios poliquísticos y dismenorrea en tercer grado. Jamás había ido con un ginecólogo. Yo pensaba que esos cólicos eran normales: producto de mis cambios hormonales.

Ahora sé que si hubiera atendido a esas señales, mi bebé seguiría con vida.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Sei fragile disteso qui davanti a me

23 de noviembre del 2009
Hoy cumplí 15 años y mi padre me regaló una motocicleta sport de color negro:

─¡Toma! ¡Ya para que no estés chingando!
─¡Gracias! ─respondí mientras le quitaba las llaves.
─¡Ya! ¡Corre! ¡Los Power Rangers te están esperando!
─Qué mal… ─dije entre dientes.

Tengo la sospecha de que mi padre no me dio la motocicleta por gusto, ya que cuando me subí en ella, no alcanzaba el piso ni de puntitas. Al acelerar, no duré ni dos minutos en equilibrio; me estrellé contra el auto de mi padre y él solo se burló desde la ventana de su habitación. Realmente espero que no me quede una cicatriz.

Héctor me habló en la madrugada para felicitarme. Siendo sincera, no recuerdo nada, pero estoy segura que me dijo algo muy lindo.

11 de octubre del 2010
No sé cómo comenzar. Creo que lo haré con la frase: "al cerrar la puerta soy otra". Hoy, Héctor y yo cumplimos un año de ser novios. Decidimos ir al hotel Puente Grande y rentar la habitación especial para recién casados. Puse música. Le indiqué que se sentara en la cama y que esperara. Entré al baño, me puse ese babydoll que tanto ansiaba usar. Desarreglé mi cabello y me puse gloss de chocolate en los labios.

Dicen que la primera impresión es la que cuenta, ¿no? Lo hice esperar un poco más y, cuando empezó la canción indicada, abrí la puerta de un sólo golpe. Comencé caminar alrededor del cuarto y presumiendo mi cuerpo, coqueteaba con la mirada. Arqueaba mi espalda mientras disfrutaba de sus caricias. Mantuve el contacto visual por encima del hombro e hice gestos y movimientos sensuales.

Los zapatos, de un solo movimiento, terminaron debajo de la cama. Levanté la pierna a lado suyo para quitarme el liguero e imaginé que mis manos eran las suyas. Dándole la espalda, comencé a quitarme el babydoll: solamente los tirantes. Lo sostuve contra mi busto con un brazo. Me giré para ver su expresión y quité mi brazo para que la delicada tela roja se deslizara por mi cuerpo. Caminé alrededor de él mientras le mostraba lo que era suyo. Dejé que él corriera hacia mí cuando ya no pudo resistirse más. Héctor me quitó la pantaleta con su boca. Comenzó a tocar mi entrepierna. Ese esquicito lubricante ya había hecho su trabajo. Acariciaba mi pecho, mordía mi cuello, y una y otra vez, cada mordida era más fuerte que la anterior. Pensé que iba a enloquecer.
Necesitaba quitarle la ropa. ¡Ya no aguantaba más!

Héctor se detuvo y me preguntó:

─Denisse, ¿estás segura de lo que vamos a hacer?
─Sí. Quiero que tú seas el primero ─contesté tímidamente.
─Pero… tenemos que hacerlo bien.
─¿Quieres que usemos condón?
─No. ¡Quiero que te cases conmigo! ─respondió.
─¡Tienes 16 años y yo 15! ¿crees que nuestros padres estén de acuerdo con ese compromiso?
─No. Y no me importa.
─Ya los convenceremos ─aseguré con una sonrisa.
─Ahora… ¿en qué estábamos?

Logré alcanzar el orgasmo. El riego sanguíneo aumentaba en la zona de mis senos y genitales. Esas partes se agrandaron y mi cuerpo aumentó su temperatura. El coito casi llegaba a su fin: pude sentir como su semen entraba en mí.

El condón y la pastilla quedaron intactos. No tengo miedo a quedar embarazada. Eso es lo que deseamos: un bebé.

lunes, 29 de octubre de 2012

Mia dolce Melitaea

11 de octubre del 2009
Después de lo de hoy, deseo quedarme para siempre en Monterrey. Llegué a las siete de la noche al auditorio. Aún faltaba una hora y la fila parecía no tener fin. Sonó mi celular: era Héctor. Contesté y me dijo:

Denisse, ¿dónde estás?
Me voy a formar.
¡No lo hagas! Te veo en la entrada. Ya tengo tu lugar apartado.
Pero eso no sería lo correcto.
¿Quién dará el concierto?
Tú.
¿Quién elige qué hacer con los boletos?
Tú.
Entonces, te veo en la entrada. No tardes.

Cuando llegué con él me llevó al escenario y, en frente de todo el auditorio me mostró mi asiento para que cuando comenzaran a entrar las personas no lo perdiera.

Al final del concierto Héctor tomó el micrófono y…

─¡Esta canción se la voy a dedicar a una persona muy especial en mi vida: Denisse! Aunque te conocí la semana pasada, siento que ya eres parte de mí. Necesito preguntarte algo: ¿Quieres ser mi novia?
─¡Sí! ─ contesté sin pensarlo dos veces.

La canción se llamaba “La ballata della farfalla Melitaea”. Al terminar el concierto regresamos juntos y recibí mi primer beso.

11 de noviembre del 2009
Esta mañana Héctor y yo nos fuimos juntos en el autobús rumbo al Tecnológico. Íbamos jugando con su PSP mientras llegábamos al colegio.

En la tarde, después de la clase de natación, Héctor escondió mi maleta. Tuve que salir de la regadera en bata para ir por ella. Todo era perfecto. Cumplíamos un mes y estábamos seguros de que jamás nos separaríamos. Pero como dice mi madre: Nada es tan fácil. Cuando llegué a mi casa mi padre me dijo:

─Nos vamos a México.
─¿Qué? ¿Por qué?
─Me transfirieron a Televisa San Ángel. Al parecer les hace falta un maestro en foro y, como soy delegado del sindicato me ofrecieron el puesto.
─Pero… ¿Qué voy a hacer con Héctor?
─Despídete. Nos vamos el sábado.

Le llamé a Héctor y le comenté la situación.

─No te preocupes, nena. Te amo y eso no cambiará.
─Héctor, no me quiero ir y dejarte aquí ─contesté conteniendo las lágrimas.
─Eso es lo mejor. Nos vamos a ir a México también nosotros. Le asignaron a mi padre un ascenso en la empresa.
─Pero ¿en qué parte de México?
─En Izcalli.
─ ¡Yo también! En Jardines San Miguel.
─ ¿En Sauces II?
─ ¡Sí! ¿Por qué?
─Seremos vecinos.

Me despedí de él pero solo será un hasta pronto. Nada nos podrá separar.

lunes, 22 de octubre de 2012

Il tormento d'amore

4 de octubre del 2009
Me siento muy extraña. Son las tres de la madrugada y aún no tengo sueño. Sólo puedo pensar en mi vecino, Héctor.

Me encontraba acostada en mi habitación. El silencio y la soledad era mi única compañía. Mis padres habían salido de compras. El sonido del timbre de mi casa interrumpió mi meditación. Alguien estaba muy desesperado. De mala gana fui a abrir la puerta. Mi sorpresa fue que era un chico muy guapo.

─¡Hola! Soy Héctor. Solo quería darte la bienvenida a Monterrey. Cualquier cosa que necesites mi casa es aquella de color blanco con café.
No sabía qué decir. ─Gracias. Yo me llamo Denisse. Es un gusto conocerte ─respondí mientras le sonreía.

Me despedí de él, cerré la puerta y subí a mi habitación. Comencé a trazar un boceto donde exprese lo que sentí cuando lo vi. Después lo pintaré en el techo de mi cuarto.

6 de octubre del 2009
Hoy fui a la casa de Héctor para jugar Guitar Hero: World Tour (GH:WT). Él tocaba la guitarra; y yo, la batería. Pero me obligó a cantar "Our Truth" de Lacuna Coil. Así que decidí que él tendría que tocar el solo de guitarra de la canción "Beat It" de Michael Jackson, y al final como muestra de paz cantamos "Hotel California" de Eagles mientras él tocaba la guitarra.

Me impresionó la forma en que manipulaba aquél instrumento. Así que le pregunté si iba a clases de música.

No. Lo que sucede es que soy parte de una banda.
¿Qué? ¿En cuál?
─En una banda sin representante llamada Smooth Night. ¿Te gustaría ir a un concierto?
─¡Sí! ─contesté con ánimo.
Es en el auditorio Luis Elizondo, en avenida Luis Elizondo. Más fácil te veo en el Tecnológico el domingo a las ocho de la noche. Pero si no sabes llegar nos vamos juntos.
─¡Claro que sé llegar. Yo estudio ahí! ­─respondí mientras le regalaba una sonrisa.
─¡Yo también!
─¡Vaya! Ahora podríamos irnos juntos en la mañana.
─Por supuesto que sí. Solo espero que no te moleste que nos lleve mi padre.
─No te preocupes, por mí está bien. Me tengo que ir.
─Sí. Adiós, nena.

Estoy muy ansiosa porque sea domingo. Y aún no puedo dormir. Sin embargo, ahora los nervios que me provoca Héctor me están comenzando a gustar.

domingo, 14 de octubre de 2012

L'inizio

Para muchos la edad de 18 significa libertad, discotecas, bebidas alcohólicas y en algunos casos, sexo. ¿Libre? No, aún no. Mi madre me obliga todos los días a llamarle  cuando llego a la universidad. Si me tardo en salir de mis clases, debo enviar un mensaje. Si voy a salir con un amigo, primero tengo que decirle dónde vive, cuántos años tiene, de dónde lo conozco y darle su número telefónico. Es una pesadilla pedir permiso. ¿Discotecas? No lo creo. Tengo miedo a que pongan algo en mi bebida, y por lo mismo no consumo alcohol.  Sin embargo, el concepto sexo me recuerda tres palabras; sangre, amor y Héctor.

1ero de octubre del 2009
Mi padre llegaba de trabajar. Recuerdo perfectamente como su rostro mostraba felicidad. Se acercó a mí y me dijo; “Empaca tus cosas. Nos vamos a Monterrey”. No sabía si preguntar por qué o cuándo nos vamos. Muchas cosas pasaron por mi mente, ¿Qué pasará con mis amigas? ¿Dónde estudiaré? ¿Nos tendremos que quedar en un hotel?

¿Qué esperas? Su pregunta me sacó de mi pensamiento. El avión sale mañana a las siete de la mañana. Ya tengo los boletos. Aún no sé por qué nos vamos. Mi padre solo me habla de un ascenso. Escribo esto porque no puedo dormir. Me aterra la idea de dejar mi ciudad.

2 de octubre del 2009
El despertador sonó a las cuatro de la madrugada. Levántate, Denisse. Sal a despedirte de tu casa. Fue algo irónico en realidad porque desde pequeña tuve cinco primarias distintas y la causa siempre fue el trabajo de mi padre.

Ya en el aeropuerto, sonidos de turbinas rodean mi cabeza. Una señorita me pregunta si me siento bien. ¡No! ¡Quiero bajarme! No quiero ir a Monterrey. Sin embargo, le contesto “sí”. ¿Qué me pasa? Estoy a punto de darle un giro a mi vida ¿y solo contesto ?

Llegué a Monterrey a las 08:30. Un BMW carmesí nos esperaba fuera del aeropuerto. Sentada, miraba el cielo, imaginando mi nueva casa.

Nada fuera de lo común: un patio amplio lleno de rosas rojas, la sala, la cocina, un comedor, un estudio al final del pasillo. Subiendo las escaleras a mi derecha, está la habitación de mis padres, y a la izquierda, la de mi hermana. Como siempre yo estoy sola en la habitación del segundo piso, la más grande de toda la casa. La cama está vacía y fría como mi mente. Las paredes tienen la frase: “Tu cuarto es tu lienzo”. Pero mi cuerpo parece no tener la pintura.